Judd Steiner (Dean Stockwell) y Arthur Straus (Bradford Dillman) son dos jĆ³venes sumamente inteligentes que cierto dĆ­a se proponen poner a prueba su intelecto superior, planificando lo que ellos piensan que es un crimen perfecto. Sin embargo, un descuido provocarĆ” que la policĆ­a dĆ© con ellos, y que posteriormente la opiniĆ³n pĆŗblica busque que sean ejecutados por el crimen que han cometido. Dada la delicada situaciĆ³n en la que se encuentran ambos jĆ³venes, sus familias deciden contratar al abogado Jonathan Wilk (Orson Welles), quien es la Ćŗnica persona capaz de salvarlos de la horca.

Nathan Leopold y su amigo Richard Loeb, eran un par de jĆ³venes pertenecientes a dos de las familias mĆ”s acaudalas de Chicago en la dĆ©cada del veinte, cuya inteligencia les permitiĆ³ tomar estudios avanzados a corta edad. Abiertos seguidores de Friedrich Nietzche, en especial de sus teorĆ­as relacionadas con el concepto del superhombre, solĆ­an quebrantar todo tipo de leyes ya que consideraban que habĆ­an sido creadas para controlar a la gente comĆŗn. Con esta idea en mente, ambos comenzaron a planear un peligroso juego que consistĆ­a en secuestrar y asesinar a un niƱo, para luego pedir una recompensa por su rescate, y finalmente plantar una serie de pistas falsas con el objetivo de confundir a la policĆ­a. Fue asĆ­ como terminaron secuestrando al primo de catorce aƱos de Leopold, a quien asesinaron al interior de un automĆ³vil. No contentos con esto, posteriormente mutilaron su cuerpo utilizando Ć”cido y navajas, y finalmente abandonaron sus restos en un parque desierto. Desafortunadamente para la dupla de supuestos genios, en un descuido Leopold dejĆ³ caer sus anteojos en el lugar donde abandonaron el cadĆ”ver de su vĆ­ctima, lo que permitiĆ³ que la policĆ­a diera con ellos. Cuando sus familias se enteraron de que iban a enfrentar la pena de muerte por su crimen, contrataron a Clarence Darrow, el mejor abogado de los Estados Unidos en aquel entonces, para que se ocupara de su defensa e impidiera que fueran sentenciados a la horca.

Varios aƱos mĆ”s tarde, el escritor Meyer Levin se basĆ³ en este hecho para escribir la novela “Compulsion”, la que posteriormente tuvo una adaptaciĆ³n teatral. Fue entonces cuando Richard Zanuck, el hijo de 24 aƱos del fundador de los estudios 20th Century Fox, Darryl F. Zanuck, decidiĆ³ llevar la historia a la pantalla grande, marcando de esta forma su debut como productor. Como era de esperarse, Fleischer, Zanuck, y el guionista Richard Murphy, optaron por centrarse en la peculiar relaciĆ³n que se establece entre la dupla protagĆ³nica, ya que su exploraciĆ³n les permitĆ­a delinear de mejor forma sus personalidades y sus motivaciones. En el film, Judd Steiner y Arthur Strauss, son dos amigos inseparables que permanecen extraƱamente alejados del resto de los adolescentes de la escuela a la cual asisten. Pese a pertenecer a familias poseedoras de una enorme fortuna, ambos tienen dificultades en sus respectivos hogares, e intentan enmascarar sus inseguridades y vulnerabilidades escondiĆ©ndose detrĆ”s de una arrogancia insufrible. Su estrecha cercarĆ­a y sus intereses comunes, los llevan a sellar un pacto que tiene como objetivo “explorar todas las posibilidades que ofrece la experiencia humana”, lo que incluye quebrantar algunas leyes. Si bien el hurto comĆŗn estĆ” primero en su lista, no pasa mucho tiempo antes de que consideren el asesinato como la mejor forma de demostrar su intelecto superior.

A poco de comenzado “Compulsion” (1959), Fleischer rĆ”pidamente presenta la psiquis trastornada de Judd y Arthur junto con su intensa codependencia. Pese a que ciertos aspectos sensacionalistas del caso tuvieron que ser limitados a un nivel mĆ”s subliminal para evitar la intervenciĆ³n de los censores de la Ć©poca (el crimen jamĆ”s es representado y la homosexualidad de los protagonistas solo es sutilmente sugerida), la cinta de todas formas es capaz de generar un gran impacto en el espectador. Y es que mientras que el director plasma la maldad patolĆ³gica de los protagonistas con precisiĆ³n clĆ­nica, el guion de Murphy se encarga de disminuir la edad de la vĆ­ctima de catorce a siete aƱos de edad. A su vez, el relato intenta provocar un poco de simpatĆ­a por Judd, cuya soledad e introversiĆ³n lo lleva a ser cruelmente manipulado por Arthur, situaciĆ³n similar a lo que sucede en el film “Psycho” (1960) con Norman Bates y su madre. Curiosamente, esta no serĆ­a la Ćŗnica similitud que presentan ambas producciones. Por ejemplo, en “Compulsion” cuando una joven llamada Ruth Evans (Diane Varsi) intenta sacar de su caparazĆ³n a Judd, el resultado es desastroso, tal y como sucede en “Psycho” cuando el personaje de Janet Leigh intenta hacer lo mismo con Bates. Por Ćŗltimo, tanto Norman como Judd comparten una aficiĆ³n por la ornitologĆ­a y tienen conocimientos en el arte de la taxidermia.

Pese a que no aparece hasta la segunda mitad del film, Orson Welles domina por completo todas las escenas en las cuales participa. Tal y como lo hizo Clarence Darrow durante el juicio de Leopold y Loeb, el personaje de Welles emite un apasionado discurso en contra de la pena capital (la Ćŗnica diferencia es que el discurso original de Darrow durĆ³ 12 horas, mientras que el de Jonathan Wilk se extiende por aproximadamente diez minutos). Para el avezado abogado, la pena de muerte no le presenta ningĆŗn beneficio a la sociedad, sino que por el contrario, lo Ćŗnico que hace es poner a las personas afectadas al mismo nivel que los criminales que se busca enjuiciar. Lo que es peor, es que dicho castigo ni siquiera ayuda a disminuir la tasa de crĆ­menes violentos que pretende combatir. SegĆŗn es sabido, Welles pasĆ³ gran parte de la filmaciĆ³n discutiendo con sus compaƱeros de reparto y en especial con Richard Fleischer, debido a que mientras se estaba configurando el proyecto nadie le ofreciĆ³ el puesto de director de la cinta. Pese a eso, la interpretaciĆ³n de Welles es avasalladora, ya que logra retratar a cabalidad el dilema moral al que se ve sometido un abogado que no desconoce la culpabilidad de sus clientes ni lo horrendo de su crimen, pero que de todas formas debe defenderlos de una pena que encuentra excesiva.


Al igual que Welles, Dean Stockwell y Bradford Dillman realizan un esplĆ©ndido trabajo, generĆ”ndose entre ellos una quĆ­mica que traspasa la pantalla. IncreĆ­blemente, la relaciĆ³n entre ambos actores no comenzarĆ­a de la mejor manera. Debido a que Stockwell, quien habĆ­a protagonizado junto a Roddy McDowall la adaptaciĆ³n teatral del libro de Meyer Levin, estaba enfadado por el hecho de que su amigo y colega no habĆ­a sido contratado para replicar su rol en el film, en la primera escena que compartiĆ³ con Dillman se encargĆ³ de insultarlo y difamarlo gratuitamente. Tras disculparse y pedir un pequeƱo descanso para tranquilizarse, el actor regresĆ³ al set de filmaciĆ³n y mantuvo una buena relaciĆ³n con su compaƱero de reparto hasta la finalizaciĆ³n del proceso de rodaje. MĆ”s allĆ” de los malos entendidos y las discusiones que marcaron a la producciĆ³n, fue tal el impacto que provocarĆ­an las interpretaciones del trĆ­o protagĆ³nico, que los tres obtendrĆ­an el premio al mejor actor otorgado en el Festival de Cannes de 1959. Igual de importante resultarĆ­a ser el trabajo de fotografĆ­a de William C. Mellor, quien ademĆ”s de otorgarle un tono solemne al relato, se encarga con Ć©xito de realzar la atmĆ³sfera pesimista y trĆ”gica que rodea a todos los involucrados en el crimen. 

Aun cuando Richard Murphy cambiĆ³ los nombres de los protagonistas para evitar cualquier problema legal, de todas formas la producciĆ³n tuvo que enfrentar una demanda por parte de Nathan Leopold, quien sintiĆ³ que la pelĆ­cula vulneraba su privacidad. Lamentablemente para Ć©l, la demanda no fue acogida debido a que un aƱo antes, el mismo Leopold habĆ­a publicado una autobiografĆ­a titulada "Life Plus 99 Years", la cual describĆ­a gran parte de los hechos en los que estaba basada la novela de Levin. Aun cuando previamente el mismĆ­simo Alfred Hitchcock habĆ­a explorado desde un prisma distinto el caso de Leopold y Loeb en la cinta “Rope” (1948), “Compulsion” sigue siendo recordada como la mejor representaciĆ³n cinematogrĆ”fica del macabro caso ocurrido en Chicago en el aƱo 1924. El gran mĆ©rito del director Richard Fleischer, es que pese a enmascarar algunos de los aspectos mĆ”s escabrosos y controversiales de la historia, logrĆ³ configurar un retrato franco, atractivo, y potente de dos acaudalados, brillantes pero por sobre todo perturbados adolescentes, que intentaron llevar a cabo su visiĆ³n del crimen perfecto.

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