El productor independiente
John Temple-Smith dio sus primeros pasos en el mundo del cine con “Home to
Danger” (1951), un modesto thriller del director Terence Fisher. Durante el
resto de la década de los cincuenta, trabajaría mayormente bajo el auspicio de
la productora Major Films, compañía que había fundado junto a Peter Graham
Scott. En 1961, la Major se contactó con los ejecutivos de la Hammer Films con
la intención de adaptar la novela “Dr. Syn”, del escritor Russell Thorndike, la
cual había sido adaptada previamente por el director Roy William Neil en 1937,
bajo el alero de la Gaumont British Picture Corporation, cuyos ejecutivos le
vendieron los derechos del remake a Temple-Smith. Esto daría inicio a una larga
disputa legal con la Walt Disney Productions, quienes estaban alistándose para
rodar el film “Dr. Syn, Alias the Scarecrow” (1963), tras haberle comprado los
derechos de la novela al mismísimo Thorndike en Febrero de 1961. Con el
objetivo de proteger la inversión realizada por la Hammer, James Carreras llegó
a un acuerdo con los ejecutivos de la Disney: La Hammer podría rodar su versión
de la historia de Thorndike, pero se vería impedida de utilizar el nombre del
Dr. Syn tanto en el guion como en el título de la cinta. Sería el productor
Anthony Hinds, bajo el seudónimo de John Elder, en compañía de Barbara S. Harper,
los encargados de reescribir el borrador desarrollado por Temple-Smith y Scott.
Como dato curioso, Peter Cushing estaba tan entusiasmado con el proyecto, que
también escribió un guion titulado “Doctor Syn”, el cual estaba basado en las
novelas “Doctor Syn on the High Seas” y “Doctor Syn Returns”. En 1972,
reescribiría dicho guion bajo el título “Waiting Revenge”. Lamentablemente para
el actor, ambos proyectos terminarían siendo desechados por los ejecutivos de
la Hammer.
“Captain Clegg/Night Creatures”
(1962) comienza en el año 1776 en medio de una
isla desierta, en la cual un grupo de piratas se encuentra castigando a un
tripulante que ha sido acusado de asesinar a la esposa de su comandante, el
temido Capitán Clegg. Tras cortarle la lengua y dejarlo abandonado a su suerte
en dicho lugar, la historia de un salto de varios años y se centra en el
pequeño pueblo costero de Dymchurch, que está ubicado en las cercanías de los
pantanos de la localidad de Romney. Pese a que la guerra con Francia está en el
horizonte, algunos de los residentes de Dymchurch parecen estar más preocupados
del tráfico de licor, ya que actualmente es su mejor fuente de ingresos. Será a
raíz de este motivo que llega al pueblo una tropa de soldados de la Corona Real
comandados por el Capitán Collier (Patrick Allen), quien no tarda en centrar su atención en el
párroco local, el Dr. Blyss (Peter Cushing). Junto con esto, Collier se verá en
la obligación de verificar la veracidad de una leyenda local, que asegura que
por las noches en los terrenos cercanos a los pantanos,
aparece un grupo de fantasmas capaces de asesinar a cualquiera que se atreva a
entrar en sus dominios.
A diferencia de gran parte de
las producciones de la llamada Casa del Martillo, que solían presentar tramas
más bien lineales enfocadas en un conflicto central, “Captain Clegg” se divide
en tres subtramas que terminan conectándose en el último acto del film. Una de
las subtramas tiene relación con los ya mencionados contrabandistas de licor
que operan en el corazón de Dymchurch, quienes son seguidos de cerca por el
pelotón de oficiales británicos comandados por el Capitán Collier, con quien
entablan un emocionante juego del gato y el ratón. Además de esto, la película
explora una serie de hechos supuestamente sobrenaturales, que están conectados
con la aparición de un grupo de siniestros jinetes fantasmas en los pantanos
ubicados en las afueras del pueblo. Finalmente, la cinta presta especial
atención a la historia de amor oculta existente entre Harry Cobtree (Oliver Reed),
el joven hijo del escudero del pueblo, e Imogene (Yvonne Romain), la hija
adoptiva del dueño de la taberna local. De esta forma, la historia relatada por
Peter Graham
Scott se conforma mediante la conjunción una gama de personajes diversos y
coloridos, cuyo nexo real es uno de los puntos de interés de la producción.
Aun cuando el tema de la figura de autoridad que se
inserta en una comunidad cerrada con el fin de investigar un posible crimen es
mejor explorado en “The Wicker Man” (1973), del director Robin Hardy, es
innegable que existen ciertas similitudes entre ambas cintas. Al igual que el
Sargento Howie en “The Wicker Man”, el Capitán Collier es un protagonista
paradójico. Portador de la autoridad del Rey, Collier se presenta como un
personaje intolerante, demandante, y abusivo, que encaja mejor en el perfil de
un villano que en el del héroe que se supone que es. En la vereda contraría
está el Dr. Blyss, un sacerdote bonachón cuya mayor preocupación es el
bienestar de los habitantes de Dymchurch, lo que lo lleva incluso a desafiar
las leyes de la Corona que atentan con poner en riesgo la vida de sus
feligreses. Es precisamente el contraste existente entre las fuerzas comandadas
por Collier y los locales dirigidos por Blyss, lo que provoca que el conflicto
entre ambos bandos resulte tan interesante como divertido.
La actuación de Peter Cushing
en este film probablemente puede ser considerada como una de las mejores de su
carrera, básicamente porque logra dotar a su personaje de una complejidad pocas
veces vista en una cinta de la Hammer. Blyss es ingenioso y carismático, pero
también posee un lado oscuro y amenazante, por lo que no puede ser tildado ni
de héroe ni de villano. Como se menciona anteriormente, a Cushing le entusiasmaba
la idea de trabajar en esta producción, y eso se ve reflejado en la pantalla. Patrick
Allen también realiza un estupendo trabajo como su contraparte, en especial en aquellas
escenas en las que ambos se ven enfrentados en ingeniosas batallas verbales. En
cuanto al resto del elenco, mientras que Michael Ripper, actor secundario
recurrente de las producciones de la Hammer, interpreta de buena manera a Jeremiah
Mipps, un fabricante de ataúdes que tiene una gran cercanía con el personaje de
Cushing, Yvonne Romain y Oliver Reed, hacen lo propio con sus respectivos
papeles. Por otra parte, la banda sonora del compositor Don Banks resulta ser
efectiva aun cuando no es necesariamente memorable, mientras que el trabajo de
fotografía de Arthur Grant si bien es correcto durante gran parte de la cinta,
deja bastante que desear en las escenas “nocturnas” que ocurren en exteriores, ya
que se evidencia claramente que fueron filmadas durante el día, lo que inevitablemente provoca un cierto grado de confusión cronológica en el espectador.
“Captain Clegg” es una colorida
producción que se aleja de lo hecho por la Hammer previamente, ya que se
atrevió a abandonar la exitosa fórmula ligada al horror gótico que tanto éxito
le había otorgado a la compañía hasta aquel entonces, para adentrarse en una
historia plagada de aventuras, misterio, piratas, espantapájaros, y escalofriantes
fantasmas, eso sí, sin dejar de lado la cuidada estética, los atractivos
escenarios, y los elencos espléndidamente conformados que caracterizaron a gran
parte de las producciones de la Casa del Martillo. Junto con esto, el gran
mérito de Peter
Graham Scott, es que además de configurar un film por sobre todo entretenido, supo
manejar de buena manera las vueltas de tuerca que esconde la trama, otorgándole
otro punto favor a un ya atractivo producto, que pasaría a formar parte de la
tetralogía de cintas de piratas realizadas por la Hammer durante la década del
sesenta.
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