En 1973, el matrimonio de nueve aƱos entre Elizabeth Taylor y Richard Burton estaba llegando a su fin, lo que llevó a ambos actores a enfocarse en sus respectivas carreras, las que en aquel entonces no se encontraban precisamente en su mejor momento. En el caso puntual del thriller “Night Watch” (1973) del director Brian G. Hutton, este suele ser recordado como una de las pocas producciones protagonizadas en solitario por Taylor durante el periodo que ella estuvo casada con Burton. La cinta tambiĆ©n adquirirĆ­a un cierto grado de notoriedad porque marcarĆ­a el reencuentro de la actriz con Laurence Harvey, con quien previamente habĆ­a coprotagonizado el melodrama “Butterfield 8” (1960), donde interpretó un rol que la hizo merecedora de su primer Oscar a la Mejor Actriz. Basada en una obra de Lucille Fletcher, quien se hizo conocida gracias a las radionovelas que escribió a principios de los aƱos cuarenta, entre las que se encuentran “The Hitch-Hicker”, la que originalmente fue interpretada por Orson Welles en The Campbell Playhouse, y “Sorry, Wrong Number”, la cual en 1948 fue llevada a la pantalla grande por el director Anatole Litvak, “Night Watch” en la superficie parece beber de relatos como por ejemplo “Gaslight” (1944), “Sudden Fear” (1952) o “Midnight Lace” (1960), cuyas tramas giran en torno a mujeres cuya sanidad mental es puesta en duda por quienes las rodean, en especial por sus parejas o por los hombres en su vida. Sin embargo, a medida que avanza la trama es posible distinguir algunos elementos que revitalizan un esquema narrativo que ha sido utilizado hasta el hartazgo.

En “Night Watch”, la ociosa y adinerada Ellen Wheeler (Elizabeth Taylor) intenta superar junto a su trabajólico esposo John (Laurence Harvey), el recuerdo del fallecimiento de su primer esposo (Kevin Colson), quien ocho aƱos atrĆ”s tuvo un violento accidente automovilĆ­stico en el cual tambiĆ©n perdió la vida su joven amante (Linda Hayden). Debido a la crisis nerviosa que le provocó dicha situación, Ellen ha tenido que lidiar durante mucho tiempo con pesadillas constantes que han derivado en varias noches de insomnio, y con el hecho de que tanto su marido como su mejor amiga, Sarah Cooke (Billie Whitelaw), la traten como una persona cuya sanidad mental estĆ” al borde del colapso. Durante una particular y lluviosa noche de insomnio, Ellen ve a travĆ©s de una ventana que en la casa abandonada que estĆ” cruzando la calle, han situado sobre una silla el cadĆ”ver de un hombre al cual le han cortado la garganta. Dado su historial psiquiĆ”trico y su tendencia a la histeria, John no cree la historia de su esposa, pero de todas formas accede a llamar a la policĆ­a para asĆ­ poder tranquilizarla. Cuando la policĆ­a registra la vieja casa abandonada sin mayores resultados, y posteriormente descarta la posibilidad de que se haya cometido un crimen en el lugar, la paranoia de Ellen se intensifica a la par con la preocupación que tanto su marido como Sarah sienten por su salud mental, mĆ”s aun cuando la mujer se obsesiona con comprobar que lo que vio aquella noche fue real.



A diferencia de lo que le sucede al personaje interpretado por James Stewart en el clĆ”sico de Alfred Hitchcock, “Rear Window” (1959), en esta oportunidad Ellen Wheeler no solo sufre por la posibilidad de que se estĆ©n cometiendo asesinatos a pasos de su domicilio, sino que tambiĆ©n estĆ” sumida en una gran angustia a causa del fatal accidente que sufrió su primer marido hace ya algunos aƱos, por el hecho de que nadie parece creer en sus palabras, ni siquiera sus mĆ”s cercanos, y por la sospecha latente de que su actual marido la estĆ” engaƱando con su mejor amiga, quien se jacta de ser una persona liberal y de mantener una relación con un acaudalado y desconocido hombre casado. A medida que el film progresa, la protagonista intenta adormecer su dolor emocional y las extraƱas visiones que la han estado atormentando durante las noches, con la ayuda de alcohol y pastillas que habitualmente le son administradas por su marido y su buena amiga, todo esto sin demasiados resultados. Muy por el contrario, su paranoia parece ir en aumento, asĆ­ como tambiĆ©n el nĆŗmero de cadĆ”veres que asegura ver en la casa vecina. De esta forma se plantean dos interrogantes que funcionan como el motor de la trama y que solo son contestadas durante el clĆ­max de la misma: ¿Se estĆ”n cometiendo crĆ­menes horribles en la vieja casa abandonada que estĆ” cruzando la calle, o todo no es mĆ”s que el producto de la perturbada imaginación de Ellen? ¿O quizĆ”s es John quien estĆ” intentando volver loca a su mujer para luego asesinarla y quedarse con su fortuna?

A primera vista y con justa razón, “Night Watch” puede parecer un catĆ”logo bastante familiar de diversos clichĆ©s propios del cine de terror y las historias de misterio, entre los que se encuentran la damisela en peligro, el incesante sonido de los truenos y la lluvia entrelazado con el brillo enceguecedor de los relĆ”mpagos, la presencia de una vieja y lĆŗgubre casa abandonada, la interacción de la protagonista con un grupo de amigos y familiares incrĆ©dulos, la escasa ayuda de la siempre inoperante policĆ­a, y la intervención de diversos personajes cuyas sospechosas actitudes hacen suponer que se traen algo siniestro entre manos. Solo una vez que el film llega a su tercio final, el espectador logra darse cuenta de cómo Brian G. Hutton utiliza las convenciones del gĆ©nero del horror para su propio beneficio, logrando con esto manipular las expectativas de la audiencia, inclusive de aquella familiarizada con este tipo de relatos. El gran mĆ©rito de Hutton en “Night Watch” es que el director logra construir rĆ”pidamente una atmósfera dominada por el suspenso y la paranoia, y la mantiene durante todo el transcurso de la historia, capturando con esto el interĆ©s del espectador. De hecho, a poco de comenzada la pelĆ­cula, el director se preocupa de establecer el frĆ”gil estado psicológico de la protagonista mediante la inclusión de una serie de secuencias onĆ­ricas, que no solo funcionan como parte de las piezas del rompecabezas que la audiencia estĆ” llamada a resolver, sino que ademĆ”s se alzan como la representación grĆ”fica de los horrores que Ellen Wheeler logra reprimir con cierto Ć©xito durante el dĆ­a, pero que al caer la noche dominan por completo sus pensamientos. 


Evidentemente la estrella del film es Elizabeth Taylor, quien vestida con diversas tenidas elaboradas por el diseñador italiano Valentino específicamente para la ocasión, domina cada una de las escenas en las cuales participa. Aunque por momentos cae en la sobreactuación, Taylor termina otorgÔndole un grado importante de verosimilitud a su personaje, logrando que su frÔgil estado mental sea tan creíble como interesante. El elenco secundario por su parte, apoya de buena manera la labor de la actriz, en especial Laurence Harvey quien ademÔs de exhibir una gran química con su coprotagonista, le otorga a su personaje un cierto grado de ambigüedad que impide que el espectador distinga si se trata de un marido abnegado o de un tipo codicioso e infiel. Quien también construye un personaje interesante es Robert Lang, actor que interpreta al extraño y sospechoso vecino de los Wheeler, quien pese a mostrarse molesto por el hecho de que la pareja protagónica ahora habita la casa que alguna vez perteneció a su familia, de todas formas no pierde oportunidad para mirar lascivamente a Ellen. Por otro lado, en lo que se refiere al aspecto técnico del film, probablemente los elementos mÔs destacables sean la dirección de fotografía de Billy Williams y la dirección de arte de Peter Murton, quienes son los grandes responsables del tono malsano que a ratos domina a la cinta y que rodea a la vieja casa abandonada que tanto obsesiona a Ellen. La banda sonora compuesta por John Cameron en cambio, pese a ser efectiva nunca alcanza la relevancia suficiente como para ser considerada un elemento clave a la hora de establecer la atmósfera que caracteriza a la cinta.

Durante aƱos “Night Watch” ha sido una producción injustamente subvalorada, en gran medida porque fue estrenada en un periodo durante el cual Elizabeth Taylor atravesaba un mal momento profesional y personal, lo que empañó el trabajo de Hutton y compaƱƭa. Si bien es cierto que no se trata de una obra fundamental del thriller psicológico, ni tampoco es una de las mejores pelĆ­culas de Taylor, no se puede negar que el director fusiona de manera interesante elementos propios del horror gótico, del grand guignol, e incluso del giallo que por aquel entonces se encontraba en su peak de popularidad, para luego incluir un inesperado giro de tuerca que paradójicamente dota de originalidad a un producto plagado de clichĆ©s. Por otro lado estĆ” la actuación de Elizabeth Taylor y del resto del elenco, quienes le imprimen seriedad a todo el asunto e impiden que el film se convierta un ejercicio fallido de suspenso cinematogrĆ”fico. Como dato anecdótico, Taylor y Harvey la pasaron tan bien trabajando juntos durante el rodaje de “Night Watch”, que comenzaron a hacer planes para coprotagonizar otro thriller de similares caracterĆ­sticas en el futuro. Sin embargo, esto jamĆ”s sucederĆ­a ya que mientras filmaban la pelĆ­cula, Harvey fue diagnosticado de cĆ”ncer estomacal, por lo que se cree que tuvo que lidiar con los intensos dolores provocados por su enfermedad durante gran parte del rodaje. Lamentablemente, Laurence Harvey fallecerĆ­a tres meses despuĆ©s del estreno de “Night Watch”, dejando a cuestas una carrera plagada joyas a redescubrir.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

| Designed by Colorlib