Luego del fracaso de sus dos primeros
largometrajes, “Fear
and Desire” (1953) y “Killer´s Kiss” (1955), Stanley Kubrick estaba buscando como
levantar su carrera. Cierto día, mientras se encontraba jugando ajedrez en
Washington Square, Kubrick conoció al productor James B. Harris, quien estaba
buscando a un joven talento con el que pudiese desarrollar un nuevo proyecto.
Impresionado por la inteligencia y la creatividad del director, en 1955 Harris
se asoció con Kubrick en la formación de la productora Harris-Kubrick Pictures
Corporation. Tras leer la novela “Clean Break” del escritor Lionel White,
Harris se apresuró en comprar los derechos cinematográficos de la misma,
adelantándose a los ejecutivos del Estudio United Artists que querían utilizar
la adaptación como vehículo para Frank Sinatra. Luego de que Kubrick sugiriera
la contratación del novelista de ficción Jim Thompson para escribir el guion,
la United Artists se ofreció a financiar parte de la producción si la dupla
conformada por Harris y Kubrick eran capaces de encontrar a un actor de
renombre para el rol protagónico de la cinta. Ellos contratarían a Sterling
Hayden, cuya carrera se había revitalizado gracias a su participación en “The
Asphalt Jungle” (1950) del director John Huston. Sin embargo, como para los
ejecutivos de la United Artists no era un actor lo suficientemente importante,
se limitaron a entregar un aporte de 200.000 dólares, obligando a Harris a
pedirle un préstamo a su padre para poder financiar el film.
“The Killing” (1956) juega con la fórmula tradicional del
Cine Negro, reinventando el modelo de las historias de atracos, las cuales se
volvieron altamente populares luego del término de la Segunda Guerra Mundial. Para
lograr dicho cometido, Kubrick utiliza una narrativa no lineal, relatando
algunos hechos en paralelo desde distintos puntos de vista, y opta por utilizar personajes que no están
necesariamente ligados al mundo criminal, el cual fue el gran protagonista de
muchas de las historias ligadas al Cine Negro norteamericano. El protagonista
del film es Johnny Clay (Sterling
Hayden), un criminal veterano que desea dar un último golpe
antes de contraer matrimonio y establecerse con su inocente novia Fay (Coleen
Gray). Para llevar a cabo su plan, él recluta a un equipo compuesto por el policía corrupto Randy Kennan (Ted de Corsia); un cajero del hipódromo con problemas de juego llamado George Peatty (Elisha Cook Jr.); Nikki Arane (Timothy Carey), un francotirador experto; el luchador Maurice Oboukhoff (Kola
Kwariani); el contador Marvin Unger (Jay C. Flippen); y Mike O´Reilly (Joe Sawyer), un barman que trabaja en el hipódromo. Cada uno de estos hombres tiene un rol
específico en el intrincado asalto, por lo que la forma en como estos interactúan
y los motivos por los que su improvisada sociedad eventualmente se rompe a
pedazos, se convierten en los temas centrales de la película.
Todos los hombres involucrados en el robo están
convencidos que el dinero que obtendrán una vez ejecutado su plan, les va a
otorgar la posibilidad cumplir sus sueños que por uno u otro motivo se han
visto frustrados. Mientras que Johnny desea huir con su novia, Marvin quiere
perpetuar la extraña relación paternal que tiene con el protagonista, Mike
busca ayudar en la recuperación de su esposa enferma, y Randy pretende librarse
del acoso de un peligroso prestamista. Sin embargo, será la motivación del
temeroso George lo que pondrá en peligro toda la operación. En un claro acto de
inocencia, George cree que el dinero mantendrá satisfecha a su codiciosa e
infiel esposa Sherry (Marie Windsor), quien se aprovecha de la inexistente masculinidad de su
esposo para obtener la información necesaria para quedarse con todo el dinero
del asalto con la ayuda de su amante, Val Cannon (Vince Edwards). La otra
amenaza que se cierne sobre el grupo, es la posibilidad que uno de sus integrantes
pierda la fe en sus compañeros y opte por obedecer a su instinto de auto
preservación en un momento crítico del robo. La idea de que esto es una
posibilidad latente queda reforzada por frases como las de Randy Kennan, quien
en un momento del film declara, “Yo cuidaré de mí mismo. Esa es mi especialidad.”
A medida que los errores se empiezan a apilar, el cuidadoso plan del
protagonista comienza a desmoronarse, amenazando con cumplir gran parte de las
convenciones presentes en las cintas de atracos. Sin embargo, Kubrick mantiene
en suspenso las posibilidades de captura, traición, o muerte hasta el último
momento posible.
El juego de ajedrez en el que se convierte el robo,
involucra que tanto los improvisados criminales como el mismo espectador
estudien todas las posibilidades existentes en su mente. Y es que el cambio de
posición de una simple pieza puede causar que el juego cambie de manera
radical. Aun cuando el protagonista ha diseñado una estrategia que en el papel
parece perfecta, depende exclusivamente de que todos los miembros de la banda
hagan su parte en el momento adecuado. Con el objetivo de establecer cuando y
donde ocurre cada uno de los sucesos que conforman el robo, Kubrick utiliza a
un narrador cuya voz pertenece a Art Gilmore, un profesional que hizo carrera
como narrador y anunciador en varias películas y shows de televisión. Su
narración carente de emoción se asemeja bastante a la de un lector de noticias,
y además de establecer la cronología y la importancia de los sucesos relatados
en el film, específicamente durante el día del asalto, en cierta medida sugiere
que la información que le entrega al espectador ha sido extraída durante un
interrogatorio policial, instalando la idea que el destino de los personajes ya
está sellado.
En general la cinta cuenta con buenas actuaciones,
destacándose la labor de Sterling Hayden, Elisha Cook Jr., y Marie Windsor. En
el caso particular de Hayden, personifica de gran manera a un hombre frío,
mecánico y calculador, un verdadero jugador de ajedrez, que se presenta como un
gran líder para el resto de los integrantes de la banda, aun cuando su
personalidad denota un cierto grado de nihilismo. En cuanto al aspecto técnico
de la producción, a la efectiva banda sonora del compositor Gerald Fried, cuyo
volumen varía según las necesidades de la trama, se suma el maravilloso trabajo
de fotografía de Lucien Ballard, el cual ayuda a Kubrick a manipular el espacio
mediante el uso de numerosas capas de texturas, y a marcar cada una de las
falencias y virtudes de los personajes en determinados momentos, como por
ejemplo el exceso de confianza de Johnny durante una sesión de planificación
del robo, la naturaleza cobarde de George, y el profundo desprecio que Sherry siente
por su esposo. Por momentos, la estética cuidadosamente elaborada por Kubrick y
Ballard se ve interrumpida por estallidos de violencia, como sucede en la
escena en la cual Maurice Oboukhoff comienza una riña en el área común del hipódromo,
golpeando a varios policías en el proceso, dejando entrever la fascinación por
la exploración de la psicología de la violencia y el sexo que marcó la
filmografía del director.
Al
momento de su estreno “The Killing” resultó ser un fracaso de taquilla, pese a
que fue bien recibida por la crítica. Esto dejó conforme a Kubrick y Harris,
quienes eventualmente serían contactados por Dore Schary, presidente en aquel
entonces de los Estudios Metro-Goldwyn-Mayer, quien les ofreció 75.000 dólares
para escribir, producir, y dirigir un film, el cual eventualmente se
convertiría en “Paths of Glory” (1957). Bajo la violencia calculada de “The
Killing” existe una capa punzante de ironía, algo que Kubrick exploraría en
varias oportunidades durante su carrera. Varios años más tarde, el film se
convertiría en una gran influencia para el director Quentin Tarantino a la hora
de rodar su opera prima, “Reservoir Dogs” (1992). La gran diferencia entre
ambas obras, es que mientras Tarantino eliminó por completo el desarrollo del
atraco, Kubrick eligió presentarlo como la pieza central de su historia,
convirtiendo el robo de Johnny Clay y
compañía en una verdadera fuente de emoción y caos de la cual es difícil abstraerse.
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