En el año 1970, la productora American International Pictures compró los derechos de la novela “Devilday”, del escritor Angus Hall, con la intención de adaptarla y llevarla a la pantalla grande. A grandes rasgos, la novela de Hall relataba la historia de un periodista que tiene una serie de encuentros con una deslucida estrella del cine de terror, que en la actualidad coquetea con el satanismo. La verdad que el interés de los ejecutivos de la American International Pictures en la mediocre novela de Hall, estaba dado por el contenido altamente controversial de la misma. De hecho, cuando el escritor introduce al protagonista en la historia, este está teniendo sexo con una fanática de tan solo dieciséis años de edad, tras lo cual asiste a una misa negra que él mismo se encarga de presidir. A sabiendas de los problemas que tendrían con los organismos de censura de la época, el proyecto quedó archivado durante un par de años hasta que la productora británica Amicus Productions mostró cierto interés en la adaptación de la obra de Hall. En lo que eventualmente demostraría ser una decisión acertada, los guionistas Ken Levison y Greg Morrison optaron por eliminar gran parte del contenido de la novela, rescatando solo la premisa básica del actor que regresa a la televisión luego de haber estado involucrado en un bullado escándalo que puso fin a su carrera. 

Para interpretar el papel protagónico del film sería seleccionado Vincent Price, quien durante años fue la máxima estrella de la American International Pictures. Sin embargo, contrario a lo que se podría pensar, el actor no se encontraba a gusto trabajado para la productora. Price no solo estaba cansando de participar en producciones de bajo presupuesto, sino que además se sentía subvalorado por los ejecutivos de la American International Pictures, quienes se negaban a aumentarle el sueldo. El elenco eventualmente sería completado por Robert Quarry, Peter Cushing y Adrienne Corri. En el caso particular de Quarry, él era quien estaba llamado a ocupar el puesto de Price en la productora una vez que al veterano actor se le acabara su contrato. Desafiando toda lógica, la dupla de actores mantuvo una relación bastante amigable tanto dentro como fuera del set. De hecho, ambos se quejarían enérgicamente por la dudosa calidad del guion de la cinta, el cual solo les fue entregado un día antes de comenzar las filmaciones, para así evitar que se negaran a participar en la producción. Según declararía Quarry en una ocasión, los diálogos eran tan pobres, que optó por improvisar gran parte de sus líneas de diálogo. Una vez que Price se percató de lo que estaba haciendo Quarry, inmediatamente le pidió que lo ayudara con sus diálogos porque al igual que su colega, él también consideraba que eran sencillamente espantosos.


“Madhouse” (1974) se centra en la figura de Paul Toombes (Vincent Price), un actor hollywoodense al borde del retiro, quien en el pasado adquirió cierta notoriedad gracias a su participación en una serie de cintas de terror, en las cuales interpretó a un siniestro psicópata conocido como el Doctor Muerte. La historia comienza en medio de una fiesta que tiene por objetivo celebrar el reciente matrimonio de Toombes con una joven a la cual dobla en edad. Lamentablemente para el veterano actor, su flamante nueva esposa es asesinada esa misma noche, lo que provoca que Toombes sufra un colapso nervioso durante el cual insiste en culpar al Doctor Muerte del asesinato de su mujer. Doce años más tarde, Toombes acepta la invitación de un productor británico llamado Oliver Quayle (Robert Quarry), quien le ofrece resucitar al Doctor Muerte en el contexto de una serie de televisión. Inevitablemente, sus inseguridades y sus miedos comienzan a apoderarse de Toombes en su nueva aventura actoral, lo que empeorará cuando varios de sus cercanos son asesinados con los mismos métodos utilizados por el Doctor Muerte en sus películas. Convertido en el principal sospechoso de los crímenes, Toombes se verá obligado a hacer algo al respecto antes de perder por completo la cordura en el proceso.

Con una doble funcionalidad evidente, “Madhouse” presenta una serie de escenas recicladas de filmes como “The House of Usher” (1960), “The Pit and the Pendulum” (1961) y “The Raven” (1963), que sirven no solo para ilustrar las glorias pasadas de Toombes/Price a modo de tributo, sino que además para explotar el atractivo comercial de una de las mejores etapas de la carrera del actor. Más allá del guiño a la carrera de Price, el director Jim Clark centra sus esfuerzos en convertir el misterio que se esconde tras los asesinatos, en el principal generador de suspenso del film, ya que existe la posibilidad que el protagonista sea el verdadero responsable de los crímenes, motivado por el trauma generado por el violento asesinato de su esposa. En lo que puede considerarse como una referencia sutil al en ese entonces cada vez más popular subgénero del giallo italiano, el asesino no solo oculta su identidad tras un disfraz, sino que también exhibe una cierta predilección por el uso de armas blancas y por las mujeres jóvenes y hermosas. Al mismo tiempo, al igual que en gran parte de los giallos, el trabajo policial resulta ser completamente inútil, por lo que la tarea de investigar los crímenes recae sobre los hombros del cada vez más inestable Paul Toombes.


Las actuaciones del elenco participante son sin lugar a duda el punto más alto del film. Mientras que Price interpreta de gran manera a un hombre claramente perturbado por su pasado, al cual se le está negando la oportunidad de rehacer su vida, Robert Quarry realiza un buen trabajo encarnando al despreciable productor responsable del regreso del protagonista a la actuación, al igual que Peter Cushing, quien personifica a Herbert Flay, un viejo amigo y colaborador de Paul Toombes. Lamentablemente, Cushing solo aparece en contadas ocasiones y su interacción con Price es bastante limitada. En cuanto al aspecto técnico de la producción, resulta destacable el correcto trabajo de fotografía de Ray Parslow, y la olvidable pero efectiva banda sonora del compositor Douglas Gamley. Algo que sin duda resulta curioso, es el hecho que pese a tratarse de una película de terror, “Madhouse” está prácticamente desprovista de una atmósfera que le permita al director generar algún tipo de reacción en el espectador. Las escenas de violencia no son precisamente impactantes, y más allá de la mansión en la cual se hospeda el protagonista a su llegada a Inglaterra, los escenarios donde transcurre la historia carecen por completo de atractivo visual.

Debido al pobre trabajo publicitario realizado previo al estreno del film y a los problemas generados por las deficiencias del guion, “Madhouse” resultó ser un completo fracaso de taquilla. Esto provocó que algunos proyectos de la American International Pictures que involucraban a Price, como por ejemplo uno titulado “The Naked Eye”, fuesen rápidamente desechados, marcado así el fin de una era dominada por las cintas de horror gótico. En gran medida, la caída de pequeñas productoras como la American International Pictures, la Hammer o la Amicus, se debió a la irrupción en el género del horror de los grandes estudios, quienes tras el inusitado éxito de “The Exorcist” (1973) quisieron obtener su tajada de la torta. Pese a todas sus falencias, “Madhouse” es una cinta entretenida que se ve favorecida por la participación de actores icónicos del género, y que además posee un interesante discurso acerca de la naturaleza del estrellato y las malas políticas existentes dentro de la industria cinematográfica, que en ocasiones son tan atroces como la vida del sufrido Paul Toombes.

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